Embajada Cristiana

Forma de Pago

Eran como las seis de la tarde; el aire era limpio y el cielo estaba despejado. En un monte que en verdad no es para ir todos los días; había un bullicio de gente, creyendo que lo que iba a suceder ante ellos no tenía mayor importancia. También había unos periodistas grabando, para publicarlo al día siguiente. Para la mayor parte de la ciudad, esta condena a muerte de tres personas era hacer justicia. Uno de los que iba a morir sufriendo estaba allí porque lo vieron robar, igual que a otro de los delincuentes. Mientras miraban la sangre cayendo (gota a gota) al cálido suelo, les juzgaban aún más por sus errores, sin mirar ellos los suyos propios. Pero sus quejas iban dirigidas más, al tercer condenado, que todavía no he hablado de Él. Personas que hablaban, de que si éste era inocente, o no.

Un instante, como en un parpadeo, un terremoto sacudió toda la ciudad. Mira si fue increíble, que en los templos y locales de culto religioso, se hicieron unas brechas enormes en el suelo. Esto fue en tiempos de los romanos, que claro está, no había silla eléctrica, si no lo que hacían era: crucificarlos y darle latigazos; latigazos con púas de acero en la punta que, al tirar le rasgaban toda la piel, o la carne.

Cuenta la historia, que desde el principio de los tiempos, en la fundación del Mundo, estando Adán y Eva en su lujoso jardín-hogar, cometieron un terrible error, “pecaron” y hasta ahora nos pasa factura. Por este fallo, tenía que venir un “superhéroe” (una persona que fuera superior a nosotros), para poder liberarnos. Éste personaje histórico, vino a la Tierra y “pagó el precio de sangre” que requería para que toda la Humanidad pudiera ser librada.

Fue el increíble, divino y con mayor poder en todo el Universo, JESUCRISTO. En Él se veía, con solo mirarlo, amor, mucho amor y también respeto. El no era un hombre de estar siempre en los templos, no. Iba por las calles sanando, dando el mejor informativo celestial de salvación (La Buena Nueva), también enseñaba, etc. Todo esto por amor a ti y a mí, para que al final fuere crucificado con el rostro irreconocible. Y después de tres días, no estaba en una cruz, no. ¡Había resucitado! Asombroso, ¿eh?

En este mundo donde el precio de los productos cambia continuamente, hay un precio que desde hace mogollones de siglos no ha cambiado nunca, y nunca cambiará. Es la bendita “sangre de Cristo”, que hoy te limpia de todo pecado. Apocalipsis 1:5. “…Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre…” (Biblia, Reina Valera de 1960).

Si tú hasta ahora lo has probado todo pero sigues todavía con los mismos problemas y ves que no vas ha poder solucionarlo, prueba a Dios, tiene todo el poder para solucionar tus problemas y también para liberarte de todo pecado (si tú quieres, claro). Si no quedas satisfecho te devolvemos todos tus pecados.

¡¡QUÉ DIOS TE BENDIGA MUCHO!!

Juan Francisco Lloret B.